Nos conocimos por primera vez durante la condecoración de la periodista y activista mexicana, Lydia Cacho, una entrañable colega. Su estatura rebasaba mis 1.81 cm de estatura y su cuerpo se imponía con el temple de un guerrero azteca. Juan Villoro Ruiz estaba esa noche en la Embajada de Francia en México y acaparó la atención de varios reporteros, incluyéndome a mí.
“Le quiero hacer una pregunta: ese Buñuel le entraba a todo, ¿no? Tengo chingos de videos en mi casa, de los que decomisamos en Tepito. Con todo respeto, pero creo que Buñuel le tupía parejo. A las claras se ve que era bien drogado, bien visionudo. Para mí es el Jefe de Jefes, como dicen los Tigres del Norte, el mero capo del cine, el único que de veras tuvo los huevos cuadrados”.
“Amigos mexicanos”, Los Culpables, Juan Villoro
Intrigado por cruzar palabra con un personaje tan completo que ha destacado tanto en la literatura y el teatro como en las aulas de la Universidad Nacional Autónoma de México, así como en la Universidad Autónoma de Madrid, Yale, Boston, Pompeu Fabra y Princeton, anticipé unas cuantas palabras para conocer su visión política de un México que optó por revivir su pasado –un par de meses atrás–, colocando, nuevamente, al partido tricolor al frente del Poder Ejecutivo.
“En una clase de advertencia, yo publiqué en mi cuenta de Twitter que si el PRI ganaba los comicios electorales, gobernaría durante 18 años, es decir, votaré por el candidato del cambio a los 73 años”, acotó Villoro con el picante pero preciso humor que lo caracteriza.
Nuestro encuentro comenzó con un gran abrazo, como si nos conociéramos de hace años. Juan siempre se anticipa a sus interlocutores para explicar de manera pedagógica cualquier cosa que le pregunten. Narcotráfico, política, movimientos sociales y, sobre todo, futbol son los temas más recurrentes y en los cuales se ha vuelto referente.
Nació en la Ciudad de México el 24 de septiembre de 1956 y estudió Sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana. Desde muy joven se interesó por la literatura, pasión que lo llevó a conducir el programa de Radio Educación, “El lado oscuro de la luna”, de 1977 a 1981. Posteriormente sería nombrado agregado cultural en la Embajada de México en Berlín Oriental, en la entonces República Democrática Alemana.
Ejerció su pasión por las letras como director del suplemento La Jornada Semanal de 1995 a 1998 y, a partir de su ingreso al Instituto Nacional de Bellas Artes, comenzó a impartir talleres de creación literaria y cursos de teatro.
–¿Consideras que falta mucho para que México transite a la democracia?, anticipé retomando el hilo de la plática.
–Las elecciones en México son una forma democrática de llegar a la antidemocracia, respondió como quien sabe que el tiempo sólo ha sido un pretexto por generaciones.
Su deber con el periodismo lo ha colocado en un lugar privilegiado. Por eso opina, critica y sacude al país con su pluma. Lo mismo escribe en el periódico Reforma como en El País y las revistas Nexos, Proceso o Pauta, en esta última se desempeñó como jefe de redacción.
Esa noche, Villoro no dejó de dar entrevistas a pesar de que la luminaria era la recién condecorada Lydia Cacho. En el grupo selecto de amigos liderado por la propia Lydia, se encontraban el periodista Javier Solórzano; el entonces editor de la revista Gatopardo, Guillermo Osorno; Darío Ramírez, director de la organización Artículo 19 y el escritor Alberto Ruy Sánchez.
Tal vez de manera inconsciente, Juan ha marcado su destino junto a su incansable pasión periodística en cada uno de sus historias, sus culpas: “sabes adonde despegas pero no a qué cielo llegas”.
Premios
Premio Cuauhtémoc de traducción, 1988.
Premio Xavier Villaurrutia, 1999.
Premio Mazatlán, 2001.
Premio del International Board on Books for the Young.
Premio Herralde, 2004.
Premio Internacional de Periodismo Vázquez Montalbán, 2006.
Premio Antonin Artaud en México, 2008.
Premio Ciutat de Barcelona, 2009.
Premio Internacional de Periodismo Rey de España, 2010.
Premio Iberoamericano de Letras, 2012.