Ahí están, hablando su idioma, cantando su música, usando sus propios vestidos, aportando sus conocimientos, sufriendo por integrarse, padeciendo sus defectos y enfrentando retos similares a los nuestros. No son pocos, son miles, asentados en el territorio nacional y representando más del 6 por ciento de la población.
Los grupos indígenas no son pieza de museo, no viven esperando a ser evangelizados o civilizados, no están buscando “occidentalizarse” ni ser como otros. Son realidades centenarias con personalidad propia, con costumbres y decenas de lenguas distintas –en ocasiones más antiguas que el español–, grupos humanos que requieren respeto, trato justo y apertura para crear su propio camino.
Huicholes, pimes, mayas, mixtecos, lacandones, y muchos otros son comunidades mexicanas, orgullosas. Por supuesto no son perfectos, tienen que cambiar muchas cosas, entre ellas ciertos vicios en usos y costumbres que son abusivas, machistas o violentas, pero no encuentran la salvación en comer hot cakes en vez de tortillas ni en usar playeras de Madonna en vez de una camisa de manta. No supongamos que necesitan nuestra compasión o nuestra ropa vieja; lo que necesitan, lo que exigen, es que las veamos a los ojos (no de arriba hacia abajo) y aceptemos su diversidad. Necesitan condiciones que eviten su migración y el abandono de sus comunidades, eso es lo que podemos hacer y, para eso, primero deberíamos cambiar nosotros y nuestras actitudes discriminatorias.
Dejemos de vernos como los propietarios de la verdad y el desarrollo, y asomémonos a su riqueza, sus aportaciones, su cultura, abrazando su voluntad para conservar lo que tienen y para enriquecerse en lo que ellos decidan.
En Mexicanísimo hemos dado espacio a su poesía, a su música, a su moda, no como una curiosidad sino como un reconocimiento a que son parte integrante de esta realidad multicultural y diversa. Hemos descubierto no sólo productos, no sólo recetas, no sólo cantos, sino un comportamiento comunitario del que nos convendría aprender. Las comunidades indígenas no son patrimonio de México, son México, igual que nosotros.