Más que un personaje, el filósofo de Güemez es la sabiduría popular encarnada en un sujeto que habla con el poder de la verdad absoluta e irrebatible. Sus frases, en la boca de un hombre ideal, del medio rural del norte de México, están cargadas de picardía, perspicacia e ingenio propios de nuestra idiosincrasia. Por medio de localismos y regionalismos, el filósofo expresa lo complejo de las culturas mediante el humor y la fuerza de lo evidente.
Güemez es un pueblo de Tamaulipas, fundado el primero de enero de 1749. Recibe su nombre en honor al virrey Juan Francisco de Güemes Horcasitas, primer conde de Revillagigedo Aguayo (la inconsistencia en el nombre es de las que sólo se dan en México). El filósofo es un viejo campesino del norte del país –como muchos– que hace de la risa una manera de vivir, de enfrentar los problemas y de buscarles solución.
Presentamos una selección de quince de sus mejores frases.
- Todo objeto que se introduce en el agua… tiende a mojarse.
- Lo que pasa, pasa… y lo que no, se atora.
- Lo que está bien… no está mal.
- Lo que es inútil… no sirve pa nada.
- Si las cosas no cambian… es porque siguen igual.
- Cuando hay, hay… cuando no hay, pos no hay.
- Todo tiempo pasado… fue anterior.
- La confianza dura… hasta que se acaba.
- Detrás de un gran hombre hay una gran mujer… pero nuestra vieja siempre está en medio.
- Antes era indeciso… ahora no sé.
- Andamos como andamos… porque somos como somos.
- Existen dos palabras que abren todas las puertas… “jale” y “empuje”.
- Todo es posible… a menos que no lo sea.
- Se está muriendo mucha gente… que no se había muerto antes.
- Si el que muere pasa a mejor vida… ¿por qué nadie quiere morirse?