De entre miles de hectáreas de selva verde sobresalen dos enormes estructuras, símbolos de poder, majestuosidad, cultura y dominio: son las dos grandes pirámides de Calakmul, de las cuales proviene su nombre: “Dos montículos juntos”, de Ca, “dos”; lak, “juntos”; mul, “montículos”.
La reserva de la biosfera de Calakmul comprende 723,000 hectáreas, una muy importante reserva tropical mexicana, hábitat de miles de especies. Ahí convergen las poblaciones más importantes de vertebrados como el jaguar, el tapir, el pavo ocelado y el pecarí de labios blancos. Se tienen registradas 90 especies de mamíferos; 235 de aves como tucanes, chachalacas y águilas; 16 especies de anfibios; 50 de reptiles; 18 de peces; 400 de mariposas; y más de 1,000 especies de plantas, de las que sobresale la orquídea Ryncholaelia Digbyana.
Para llegar a la zona arqueológica hay que tomar una carretera y adentrarse en el corazón de la selva. Después de más de una hora de camino, el contacto con la naturaleza es completamente íntimo. Hacia cualquier lugar que uno mire sólo hay árboles y plantas, pavos que pasean distraídos por el asfalto, decenas de iguanas y miles de mariposas.
Por su gran riqueza histórica, cultural, antropológica y biológica, la Unesco reconoció a Calakmul como Patrimonio Mixto de la Humanidad, primero en México en ser clasificado como tal.
Recorrer el sitio en un solo día es prácticamente imposible. El INAH propone tres rutas: una corta, una media y una larga. Sin embargo, se estima que el trayecto largo dura más de diez horas. Y es que Calakmul abarca un área de 70 kilómetros cuadrados. Fue una de las ciudades mayas más importantes, la capital de una gran potencia del periodo Clásico, la cual se disputaba el poder de la región con la gran Tikal.
Los trabajos arqueológicos comenzaron a principios del siglo XX y ahí se han encontrado más de 6,000 estructuras, entre las que destacan las dos grandes pirámides (estructuras II y IV), que servían no sólo como el corazón político y religioso de la ciudad sino como símbolos ideológicos de grandeza y omnipotencia. Además tenían fines astronómicos, de suma importancia para la agricultura, economía y el calendario ritual.
En Calakmul hay 117 estelas –el mayor número en cualquier sitio de la región– y también se han encontrado muchas tumbas de las que se han recuperado vasijas, máscaras, pectorales, orejeras y collares de jadeíta, piezas de concha y caracol marino, obsidiana y estuco.